Las letras son una consecuencia de lo pensado y lo dicho

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martes, 19 de abril de 2011

SE CIERRAN PUERTAS, TENGA CUIDADO

Por: Johanna N.


A diario miles de personas se movilizan a través del llamado Sistema Integral de Transporte Urbano Masivo de Guayaquil (METROVIA), que el Cabildo inauguró en el año 2006. Viajar en el interior de estas unidades se torna a ratos un verdadero ‘infierno’ ocasionado por el hacinamiento de pasajeros y el clima costeño que a esta ciudad acompaña.
Dentro de este ‘paraje rodante’ se experimentan desde situaciones peligrosas- dramáticas, ilógicas y hasta tremendamente absurdas. Dentro de las que yo he denominado situaciones peligrosas y dramáticas se encuentran los frecuentes hurtos a usuarios, denunciados o no, que ejecutan los llamados lanzas o carteristas que aprovechan las horas en las que ‘la metro’ es más demandada, para osar en meter mano a lo que no les pertenece. Otro de los escenarios peligrosos que considero atañe al tema de seguridad principalmente- aunque no se relacione directamente con la cultura delincuencial- es el sistema automático de puertas de este medio de transporte urbano.  Al anuncio del “se cierran puertas, tenga cuidado” por parte del conductor de la unidad, el usuario tiene un tiempo no estimado, para cruzar esas puertas.  ¿Cómo saber con exactitud en qué momento se cerrarán? He visto como gente se ha quedado atrapada en medio de ellas (las puertas) y se las han tenido que ingeniar para, con movimientos arrítmicos, liberarse.
¿Y todo por qué? Porque aunque la norma dentro de la metrovía sea que el conductor tenga prohibido ser interrumpido o conversar con alguien, para evitar que distraiga su mirada de los retrovisores,  éste la incumple; así como se incumplen y se rompen muchas normas más: como la cantidad de usuarios que deben ir parados, el uso de asientos amarillos, el acto de entrar por la derecha y salir por la izquierda; inclusive, aunque no esté escrito, el volumen alto de los plasmas que están incorporados para “armonizar” el viaje, y que claro, es manejado y controlado por el mismísimo conductor al igual que las puertas.
Situaciones enormemente indeseables e irresponsables que invaden nuestro derecho al buen vivir.
Y es que, al parecer, en ese medio de transporte masivo se ha vuelto tan normal, tan cotidiano que los hombres no midan su distancia- pese al tumulto evidente claro está- y se le ‘peguen’ a las mujeres con el pretexto de que “no hay espacio”.  Esto es a lo que llamo situaciones ilógicas y tremendamente absurdas.
Cuando de Metrovia se trata, debemos estar preparados psicosocialmente, para emprender el siguiente viaje en esta obra municipal.

1 comentario:

  1. EN TODOS LOS LUGARES HAY UNA HISTORIA NUEVA QUE CONTAR EN CUANTO A NUESTRO TRANSPORTE¡¡¡ QUE TE PUEDO DECIR....

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