Las letras son una consecuencia de lo pensado y lo dicho

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martes, 19 de abril de 2011

NUESTRO PASO POR MEXICO


























































Por: Johanna N.


Un boleto de avión con destino a México era lo único que necesitábamos para decirle a Latinoamérica cuál es nuestra postura frente al calentamiento global. Era el mes de Marzo, y mientras el país disfrutaba de los carnavales, de las playas y del sol canicular de las costas ecuatorianas nosotros nos preguntábamos: ¿qué está pasando con el planeta? Esta interrogante fue la que contribuyó en nuestra decisión de asistir al Concurso Latinoamericano de Oratoria ‘Gran Señorío de Xaltocan’ celebrado en el país de los aztecas desde el año 2006, este año, con el tema CAMBIO CLIMÁTICO
Guayaquil, Loja y Tena se convirtieron en un sólo frente: Ecuador. Éramos Ecuador, éramos ‘tricolor’, éramos conciencia ecológica.
A nuestro arribo en América del Norte en distintos días, vuelos y horas los marcados acentos y dialectos de Colombia, Panamá y México fluyeron en nuestros oídos como lo hicieron los frenéticos y apoteósicos discursos, uno tras otro, vociferados el 18, 19 y 20 de Marzo en tal importante certamen en el pueblo de Xaltocan en el Estado de México. Previo a esos días, todo fue intercambio de códigos culturales, de ideologías, de historia, de política, de valores identitarios, de referentes… Surge aquella línea del poema de Jaime Sabines poeta y ensayista mexicano que reza: ¡Qué costumbre tan salvaje esta de enterrar a los muertos!, ¡de matarlos, de aniquilarlos, de borrarlos de la tierra!. Surge la frase de Roberto Gómez Bolaños creador del Chapulín Colorado: ¿Y ahora quien podrá defendernos? Surge la tendencia de Benito Juárez político mexicano originario de Zapoteca- pueblo indígena de México- quien fuere presidente en varias ocasiones y quien ostentó el título del ‘Benemérito de América’. Surgen entre las coloquiales conversaciones términos vernáculos como: ‘no manches’, ‘órale’ ‘no te creas’, ‘chavo’, ‘chingada’, ‘que chido’, ‘cuates’. Surgen las lenguas maternas como la maya o la  náhuatl.  Y por supuesto, surgen la torta de jamón, el chile, el pozole, las tortillas, los frijoles, los tacos, entre otros platos característicos de la gastronomía mexicana.

Durante nuestra permanencia en el país del Distrito Federal, de la Virgen de Guadalupe, de Televisa y Tv Azteca y de los recordados programas de televisión que seguramente vimos alguna vez como: El Chavo del Ocho, Cándido Pérez, Derbez en Cuando, entre otros;  tuvimos la gran fortuna de apersonarnos en la zona arqueológica en donde se encuentran levantadas las Pirámides del Sol y La Luna de Teotihuacán, llamada ciudad de los dioses; nombre que se da a la que fue una de las mayores ciudades de Mesoamérica durante la época prehispánica. Esta zona de monumentos arqueológicos que fue declarada  Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987, tienen de altura: 42 metros la de la Luna y la del Sol 65. Esta última fue escalada por los 6 ecuatorianos y demás compañeros latinoamericanos que estuvimos ávidos por un contacto cercano con la naturaleza, con las señales y energías cósmicas que se emanaban desde las pirámides, ya que la importancia religiosa de Teotihuacán radica en la cosmogonía del pueblo. Era el lugar de nacimiento del Quinto Sol, donde se rinde culto a Quetzalcóatl (serpiente emplumada) -deidad de las culturas de Mesoamérica-.

Es así que después de recargar energías, la competencia llegó. En nuestro hotel ‘IKIR’ por las noches se podía escuchar un coro impresionante y rimbombante de discursos desde los baños, corredores, lobbies, dormitorios, - todos- relacionados con el calentamiento global y el hombre; -todos- categóricos; todos en defensa de nuestra Madre Tierra.

Todos queríamos ganar. Todos ganamos. Todos somos bienvenidos en México.


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