Las letras son una consecuencia de lo pensado y lo dicho

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viernes, 5 de noviembre de 2010

UN HOMBRE CORTAPISAS

Por: Johanna N.


Caminando por esas instancias que llevan al sueño, visualicé a un hombre. Estaba solo, sentado en un sofá; en un ambiente lúgubre, bajo una luz que se veía encendida pero que ocultaba su rostro.
Su sombra me era familiar. Con las piernas cruzadas, su cuerpo balanceado hacia delante, y la mano derecha apoyada en su boca, parecía pensativo. No hablaba, tal vez su mano no se lo permitía, o tal vez pasadas las doce a.m. ya no tenía voz.
Por más que quise esmerarme, no conseguí enfocar su rostro; qué escondía en el, fue lo que me pregunté…
¿Sus pesadillas, sus bajas pasiones, su dolor, sus mentiras, sus lágrimas? ¿Su vejez, su juventud, su niñez? ¿Qué escondía?
No se movía; parecía estático en sus pensamientos, estático en sus emociones… Quise entrar en su escenario y darle un empellón, pero al acercarme una energía inexplicable me lo impidió… ¡Pobre hombre!, me dije, cuánta desgracia habrá en él.
Su sombra, era su sombra la que me llevó a infiltrarme en su aposento… Estática yo en él, con los ojos ya casi completamente adormitados, convencida, me dispuse a pronunciar su nombre…… pero no pude más; el sueño y la voz me vencieron, y la sombra oculta de mi hombre me abrazó.

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