Las letras son una consecuencia de lo pensado y lo dicho

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sábado, 11 de junio de 2011

Qué más da conocerlo




Qué más da conocerlo. Sus pasos no están dispuestos a esperar a otros pasos. Se afana en estar solo y ella insiste en que no lo esté. Qué más da conocerlo si siente miedo de rozar su mano en su mano y por el mal gesto convertir la suya en aire. No entiende que no la aman. No entiende que al caminar sus dedos no se rozarán, porque él lo evitará. No entiende que no puede obligarlo a mirarla… 

Qué más da conocerlo si el tiempo no logra conquistarlo, no logra acariciarlo con la inyección de cuya sustancia ella está anestesiada. No logra penetrar en él. Sentada, abstraída de todo silencio, hay ruido en su interior. Pelea con su mente y su mente con ella, no logra verlo desde otra arista. Es él.

Qué más da conocerlo si su piel sólo responde al latido de los vellos de su otra piel; si su olfato sólo alcanza a oler de cerca lo que otros huelen de lejos. Qué más da conocerlo en el día cuando comparten la misma sopa; o en la noche cuando comparten la misma cena. No la culpo. Aprendieron a comer de allí a la misma vez el mismo domingo.

Qué más da conocerlo si lo que ella quiere no es realizable, no es alcanzable, no es apelable, no es negociable, no es dable. ¿Y qué es lo que ella quiere?

Qué más dará conocerlo un día de estos en el que ella se canse y no le importe ya que sus pasos vayan detrás y los dedos de aquel no la alcancen más.


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